En una semana que fue, literal, sacudida por la intentona de un grupo parlamentario de querer prohibir los toros en Ciudad de México, llega el anuncio más esperado de la afición taurina yucateca: la Plaza Mérida reabrirá sus puertas.
Habrá toros, pues, el 1 de enero en el coso de Reforma, el principal escenario de la tauromaquia en el Sureste.
Mucho se había especulado sobre la reapertura de la plaza, incluso se había dicho que difícilmente podrían darse festejos en los meses de temporada (de octubre a marzo), pero ayer Toros Yucatán, empresa que dirigen Alberto Basulto y Alberto Hagar, informó temprano al Diario que “estamos listos. Vamos en Año Nuevo”. Los detalles de la corrida tradicional de rejones serán anunciados este viernes en un restaurante del norte de Mérida, pero, comentan, lo que se hará para la vuelta tiene mucho que ver con lo que en años anteriores han hecho: el toro como eje central, es decir, con edad, trapío y peso, y confeccionando carteles buscando agradar a los aficionados yucatecos, que tienen mucha deferencia por acudir a tardes donde se presentan encierros con esas características.
Y eso, comentan los empresarios, tiene mucho que ver en los argumentos con que los taurinos deben defender a la Fiesta de los atropellos de quienes pretenden prohibirla.
¿Por qué querer prohibir algo que, heredado de los españoles, es tan arraigado en México, con páginas de oro escritas por los hombres vestidos de oro y plata? ¿Solo porque no les gusta?
Hemos platicado en estos espacios semanales, y en otros apartados, nuestros puntos de defensa sobre la tauromaquia, lo que significa, lo que vale. Genera miles de fuentes de empleo, millones de pesos en ingresos para gobiernos (vía impuestos) y, especialmente, es el significado de la vida del toro bravo, el eje central de todo esto que hablamos.
Tomo el primero y el último párrafo de un magistral artículo escrito en la Página Editorial del Diario por Armando Fuentes Aguirre, firmado por “Catón”, a propósito del intento de prohibir las corridas en la principal urbe del país:
Primero: “Para que el toro de lidia viva, hay que matarlo”. Y segundo… “Que no muera la fiesta de toros, para que no muera el toro”.
Prohibir los toros sería ponerle fin a la vida de un ser vivo. Eso ocurriría. Simple y sencillamente.
Este domingo, primero Dios, acudiremos a una cita grande con la fiesta: la Corrida Guadalupana en la Plaza México. Los boletos se están vendiendo como pan caliente y seguramente habrá un entradón en el coso de Insurgentes. Esta será una manifestación pacífica para defender las corridas.
¿Nos vamos a quedar cruzados de brazos cuando llegue la hora de la reapertura de la Plaza Mérida?
Viene a la mente una frase de René Casados en mis épocas de adolescente, que habrán dicho muchos pensadores años antes, sin duda: “Prohibido prohibir”.
¿No les gustan los toros? No vayan y listo.
Cerramos con una ovación, entre el desencanto que da el luto, por Benigno González Carmona, famoso picador de toros fallecido en estos días. Sus hijos, Juan Pablo y Luis Miguel, también conocidos varilargueros, murieron recientemente.