Especial: Fauna nuestra
Serpiente tigre (Spilotes pullatus) o “Chaykán”
Clase: Reptilia
Familia: Colubridae
Distribución: Del sur de América Central hasta el norte de América del Sur
Tamaño: Hasta 3 metros
Alimentación: Aves y pequeños mamíferos
Reproducción: Ovípara
Amenazas: Deforestación e incendios
Al igual que muchas serpientes en Yucatán, la Chaykán no ha estado exenta de mitos infundados. Se le ha estigmatizado desde siempre; e incluso algunos medios de comunicación la satanizan a razón de su presunto veneno. La realidad es que se trata de una especie inofensiva que -como todas- brinda un importante servicio ecosistémico en la región.
La serpiente tigre o culebra voladora (Spilotes pullatus), llamada Chaykán o Chayilkán en lengua maya, pertenece al grupo Colubridae, es decir, las que se conocen comúnmente como culebras, expuso Luis Fernando Díaz Gamboa, director de la Red para la Conservación de Anfibios y Reptiles de Yucatán.
“No es una serpiente venenosa. En la península yucateca existen 58 especies de serpientes; y únicamente cinco de ellas son de importancia médica por su veneno. Además de ellas, existen otras letales”, aclaró el especialista.
En el caso de la serpiente Chaykán, reiteró, no es una especie de importancia médica; y no posee ningún tipo de veneno. No obstante, tiene colmillos situados en la parte posterior de la mandíbula, a la altura de los ojos, que pudieran representar un peligro para las personas.
“Es una serpiente muy delgada que puede comprimir los lados de su cuerpo para parecer una serpiente más grande, como lo haría a la cobra, pero a la inversa: En lugar de aplanar su cuerpo horizontalmente, lo hace vertical”, precisó.
El reptil, prosiguió el experto, cuenta con un par de ojos grandes y redondos cuyo color suele ser de un amarillo vistoso -“o ‘gallina’, por eso también le llaman ‘chicken snake’”-. Su vientre es amarillo; y a sus costados, los ejemplares jóvenes, tienen escamas negras.
La Chaykán se distribuye a lo largo de las elevaciones bajas, especialmente en la vertiente del océano Atlántico que abarca desde San Luis Potosí hasta Perú, Bolivia y Brasil. En la vertiente del Pacífico puede estar en Oaxaca.
“Igual se registra en toda la península de Yucatán, que comprende los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo”, recordó.
Esta especie, dijo, puede vivir en selvas, áreas forestales, sabanas, manglares y pantanos. Se alimenta principalmente de aves: “Incluidos los huevos, que son sus favoritos”. Del mismo modo, come mamíferos pequeños, como roedores.
“Es una serpiente ovípara -que pone huevos- y (sus huevos) los deposita durante la época lluviosa del verano. Pone aproximadamente ocho huevos por puesta”, contó el biólogo.
En cuanto a su conservación, prosiguió Díaz Gamboa, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) no la contempla; la NOM059 tampoco la tiene en ningún estatus. No está en ninguna categoría de riesgo.
Rodeada de mitos
Como varias especies de serpientes, la Chaykán es una rodeada de mitos en el estado de Yucatán. El más común, dijo el maestro Díaz, es que se le atribuye el veneno: “Pero no es verdad; y tampoco es mortal para los seres humanos”.
Entre las serpientes que pueden serlo en la península, sentenció, figuran la coralillo; la cascabel; la nauyaca (o nariz de cerdo); y la Huolpoch.
“En Yucatán existe un miedo instintivo hacia las serpientes o a todo aquello de lo cual no contamos con mucha información. En el caso de esta serpiente, como alarga su cuerpo, hay leyendas que ‘giran’ a su alrededor”, lamentó.
Además, dijo, sus rápidos movimientos son características que llaman la atención. Tiende, agregó, a subirse a los árboles y aplana su cuerpo. Puede lanzarse desde los árboles, lo que le ha valido el nombre de ‘culebra voladora’.
“También tiene la fama de ser agresiva cuando está molesta; y que, si una persona la ‘jala’, puede lanzar la mordida”, advirtió.
La Spilotes pullatus, así como los reptiles que integran la cadena trófica, son depredadores y presas. Su función ecosistémica radica en controlar plagas que podrían ser peligrosas para el ser humano. Los desarrollos inmobiliarios y las quemas son sus principales enemigos.
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