Especial: Fauna nuestra
Chara Verde (Cyanocorax yncas)
Orden: Paseriformes
Familia: Corvidae
Estado de conservación: Preocupación menor (En aumento)
Masa Corporal: 66 a 110 gramos (Adultos)
Reproducción: De seis a ocho huevos
Alimentación: Omnívora
Longitud: Entre 20 y 25 cm
Entre sus semejantes, a las charas se les considera aves sociables que habitan las selvas yucatecas, pero también en las ciudades. Como sucede con muchas de estas especies, la depredación de su hábitat y el tráfico ilegal ponen en peligro los imprescindibles servicios ecosistémicos que son capaces de brindar. El exhorto es a cuidarlas.
A la chara verde se le conoce también en lengua maya como ses ib. Ésta, junto con otras dos charas, pertenece a la familia Corvidae, la cual engloba a los cuervos y las urracas.
“Son aves paseriformes de tamaño mediano y se caracterizan por ser especies nativas del neotrópico, es decir, zonas tropicales del continente (americano)”, sostuvo Gilberto González Kuk, capacitador y apoyo técnico en el Programa de Aves Urbanas (PAU) de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Este género de aves, precisó el experto, se distribuye desde Texas hasta México, así como centro y Sudamérica, donde se les conoce como charas o urracas. La chara verde se encuentra en toda la península de Yucatán y hasta la vertiente del golfo que colinda con Guatemala: “De Texas a Honduras, en partes de Colombia y Bolivia”.
Junto con la chara verde, hay otras dos charas en la península yucateca y es común confundirlas, especialmente porque son del mismo tamaño, pero de diferentes colores.
“Existe la chara yucateca (Cyanocorax yucatanicus) -mejor conocida como ‘chel’ que se caracteriza por su color azul y patitas amarillas”. También, añadió, se encuentra la chara café (Psilorhinus morio), caracterizada por su color café. En cuanto a la chara verde, detalló, sus tonos son el verde, amarillo y azul.
“Estas tres charas se encuentran en toda la península y las que son más comunes de observar en contextos cercanos a poblaciones humanas son la verde y la café”. Éstas, acotó González, suelen familiarizarse con los contextos antropogénicos y es común verlas en comunidades o en la ciudad, especialmente por su tipo de alimentación.
Sus colores
En el caso de la chara verde -y de todas las charas- se trata de aves de tierras bajas y húmedas, es decir, explicó el observador, de climas tropicales; aunque también se les puede encontrar en bosques, vegetaciones secundarias y matorrales.
“Al igual que sus ‘hermanas’ esta chara tiene una complexión media, es un ave que mide entre 20 y 25 centímetros (cm) y se caracteriza por un color verde oscuro entre sus alas y entre su vientre, y una rabadilla de un amarillo muy llamativo”.
Del mismo modo, anotó, figura un parche en la garganta de color negro que cubre el resto de su cabeza y tiene una corona y marcas en sus cachetes y cejas de color azul: “Una multiplicidad de colores que la hace llamativa, a diferencia de las otras charas”.
Generalmente, explicó González Kuk, las charas verdes viven en parejas, pero también pueden avistarse en grupos de cuatro o cinco de la misma especie, incluso mezclada con las otras especies de chara. Son especies sociables entre sí.
“Es una especie que se alimenta de una amplia variedad, caracterizándose como omnívora dado que come chinches, grillos y orugas. También guayabas, huayas y ortos frutos de cáscara blanda, lo que le permite moverse adaptarse a diferentes ecosistemas”, contó.
Amenazas
En cuanto a su grado de protección, Gilberto González informó que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) la considera en la categoría de Preocupación Menor.
“De manera afortunada, aún no entra en una categoría de riesgo y todavía podemos ver poblaciones abundantes de esta especie”, celebró.
Esto, aclaró, no significa que no pueda entrar, pues llegan a poner de seis a ocho huevos, pero no significa que todos lleguen a prosperar. A veces únicamente el 50 por ciento alcanzan la etapa adulta.
“Sobre todo considerando la depredación por otras especies, así como otras amenazas como -principalmente- la deforestación y la contaminación asociada a los ecosistemas y el uso de pesticidas”, condenó.
En el contexto urbano, otra de las amenazas para estas aves radica en los animales ferales como gatos y perros, que no están controlados y andan libres por los parques.
El tráfico ilegal es un mal del que la chara verde no está libre, pues lamentó que es un ave considerada atractiva y pese a no tener un canto de los más característicos, su plumaje la hace blanco del tráfico de especies.
Cuidarlas y protegerlas
“Esto merma los servicios ecosistémicos que provee, ya que su alimentación variada la hace una especie propicia para el control de plagas, no sólo de insectos, sino de otros animales como lagartijas, reptiles e incluso otras aves cuyas poblaciones se están saliendo de control”.
Finalmente, Gilberto González reiteró que la chara verde se trata de una especie reguladora y en contextos selváticos, también una bio-indicadora.
Ante este panorama, el experto en aves exhorta a la sociedad a no intentar atraparla cuando se le aviste. Por el contrario, dijo, a ser conscientes de que son especies que visitan contextos urbanos, así que hay que cuidarlas y protegerlas.