Milperos realizan rezos y ofrendan comida y bebida para tener una cosecha exitosa
A pesar de que cada año es menos común su práctica, la ceremonia de Cha’a Cháak sigue siendo un ritual respetado por los mayas que habitan en la península de Yucatán, pues consideran que es la vía para hacer llover y conseguir cosechas exitosas.
De hecho, esta ceremonia es igual de importante que cualquier otra actividad dentro del ciclo de la milpa, como lo es la siembra o la cosecha.
De acuerdo con el trabajo realizado por Christian H. Rasmussen y Silvia Terán para el Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi”, de la Unidad de Ciencias Sociales de la UADY, esta ceremonia sirve para rogar a los dioses mayas, santos cristianos y seres sobrenaturales su intervención para que caiga la lluvia.
Este ritual es realizado únicamente por hombres, quienes son los encargados de la milpa y es una muestra de la conjugación de las creencias prehispánicas con las ceremonias religiosas que llegaron con la conquista.
El Cha’a Cháak se realiza al finalizar la siembra entre mayo o junio y lo encabeza un J-meen, o sacerdote maya, quien dirige sus rezos a los Yumtsilóob o dioses mayas vinculados con la agricultura como los Yum Cháakóob o Señores de la Lluvia, Yum Báalam o Señores Guardianes, Yum Kanan K’ánkaboob o Señores guardianes protectores de las tierras fértiles, Yum Iik´oob o Señores vientos, Oxlajuntik´uj o Trece-Deidad, Bolontik´uj o Nueve Deidad y Ki´ichkelem Yuum o Hermoso Señor Sagrado.
Pero las peticiones también van dirigidas a Dios, a Jesucristo, a la Virgen y a los chaakes, ayudantes de Cháak, dios de la lluvia.
Se trata también de un festín de comida y bebida en el que los milperos y los dioses mayas y figuras católicas conviven por el bien de las cosechas.
Un trabajo elaborado por la Secretaría de Cultura federal para Google Arts and Culture explica que en esta ceremonia de Petición de lluvia se preparan platillos como el noj waj, que son tortillas de masa que se colocan una encima de otra con una capa fina de pepita molida entre cada piso. Hasta arriba se le coloca una cruz de pepita molida y se salpica con balché, una bebida alcohólica maya.
También se cocinan los nóoxob waj, que es una especie de gordita con masa de maíz revuelta con pepita molida y los Waajil X-yáach´, que son tamales de pepita molida cocinados en el pib, es decir, que son enterrados.
La sopa ceremonial lleva k’ool, que es una especie de atole de masa de maíz a la que se le agrega achiote, cebolla, sal y pimienta en la que se sumergen pollos enteros y limpios.
Además del balché está presente el Sak já, una bebida ceremonial hecha con maíz y miel de abeja melipona.
En el Cha’a Cháak las mujeres se limitan a permanecer en el área de la cocina sin realizar tareas de relevancia para la ceremonia, que es protagonizada por niños, jóvenes, hombres y abuelos.
Esta práctica se ha perdido por diversos factores como la migración, el abandono del campo, las nuevas religiones, la tecnificación de la agricultura, pero quienes todavía conservan la milpa maya realizan la ceremonia cada año.