La riqueza de especies habla de un ecosistema saludable, asegura la empresa
Con el avistamiento de 235 especies de anfibios, reptiles, aves y mamíferos en las inmediaciones del complejo Granja Kinchil, la empresa Kekén asegura que esto confirma la existencia de un ecosistema saludable para toda la flora y la fauna.
La granja, ubicada en el municipio de Maxcanú, abarca un perímetro de 2 mil 973 hectáreas, de las cuales más de 828 fueron destinadas voluntariamente a la conservación y son consideradas Santuarios de la biodiversidad por brindar condiciones óptimas para la presencia de flora y fauna saludable.
Así lo confirma el monitoreo de fauna que la empresa realizó durante un año, tanto en temporada de lluvias, como en temporada de secas, por todo el complejo y donde se pudo constatar que en la zona incluso habitan especies en peligro de extinción como el tigrillo, el ocelote, el viejo de monte y el oso hormiguero.
El proyecto Santuarios de la biodiversidad se desarrolla en tres ejes: generación de conocimiento a través de alianzas con instancias académicas, científicas y organizaciones no gubernamentales; la formalización a través de normas y regulaciones vigentes en el país; y la difusión y comunicación con una estrategia de educación ambiental aterrizada en las comunidades cercanas.
Este monitoreo de fauna permite acercar a la población detalles sobre los animales que se pueden encontrar en la zona.
“La identificación de especies nos permite transmitirle a la comunidad que estamos en una zona privilegiada, incluso durante este año recibimos alrededor de mil visitantes en el complejo para compartirles información sobre los hábitos de estas especies”, detalla Alicia Nuñez, gerente de responsabilidad social de Kekén.
Además, la existencia de tantas especies en las inmediaciones de la granja sirve como bioindicador de las condiciones de suelo y agua. Por ejemplo, los anfibios no sobrevivirían en un ecosistema contaminado, pero se han registrado al menos 10 especies en el complejo, sobre todo en el área de riego, entre ellas la rana leopardo, clasificada como de importancia para la conservación.
“Si tenemos un lugar contaminado no hay presencia animal, pero hay una riqueza de especies lo que nos dice que las condiciones en el complejo son adecuadas para que los animales mantengan su presencia todo el año. Los anfibios se encontraron en el área de riego, esto significa que el sistema de tratamiento de agua permite las condiciones para que lleguen”, explica el biólogo Rafael Domínguez.
También se encontraron 28 especies de reptiles, 166 de aves y 31 de mamíferos. De estos últimos destaca el registro en las cámaras trampa del paso de tigrillos, pecaríes, un coyote, un jaguarundi y el primer registro de un puma en esta zona de Yucatán.
“Con base en la presencia de bioindicadores (anfibios y felinos), se concluye que, actualmente, las actividades realizadas en el complejo no están afectando negativamente a la fauna”, destaca Kekén.
Los resultados de este monitoreo serán usados para diseñar material didáctico que llegará a las comunidades aledañas y para robustecer las medidas de conservación de especies en el complejo.