El nuevo espacio público inmersivo e interactivo del Ayuntamiento es “mucho más que un videomapping”
En Yucatán, hoy día, se exhiben diversos espectáculos de videomapping. Están, por ejemplos, los pioneros de las zonas arqueológicas de Chichén Itzá y Uxmal, que han evolucionado con los años. También el de Dzibilchaltún, que incluye diversas proyecciones, en diversos puntos.
También se realizan narraciones audiovisuales nocturnas en la Catedral de Mérida, que se proyecta semanalmente, y en la iglesia de San Servacio, en Valladolid. Los espectáculos de las zonas arqueológicas tienen un precio, mientras que el de los templos es gratuito.
Ninguno de los videomappings que funcionan actualmente en Yucatán tiene las características del que se proyecta en la fachada de la ex penitenciaría Juárez, de Mérida. La proyección sólo es una de las características únicas de este primer espacio público inmersivo e interactivo de América Latina.
Desde que en Uxmal, hace medio siglo, una voz que contaba leyendas mayas y recitaba versos de Mediz Bolio se acompasaba con música y luces de colores, los cambios de los espectáculos de luz y sonido se han limitado a la espectacularidad de las imágenes proyectadas.
En todos estos lugares la gente asiste como espectador; se limita a ver y a escuchar. Lo que se ve y se escucha, función tras función, es siempre lo mismo.
El proyecto puesto en marcha por el Ayuntamiento de Mérida en la ex penitenciaría Juárez y en el Parque de la Paz cambia eso radicalmente. Las personas interactúan y se convierten en creadores de un espectáculo único, irrepetible, ya se construye con sus intervenciones.
Son varias las experiencias interactivas de este espacio público: la primera, en la fuente del parque, que fue dotada de sensores que responden a los movimientos de hasta cuatro personas al mismo tiempo: una fuente que se mueve: que brinca, salta, baila; que imita meneos: el espejo de agua que deja de ser metáfora.
En la frontera entre el parque y la explanada de entrada de la ex peni hay dos pantallas táctiles, una en cada extremo. Estas superficies, con altísima resolución, se alimentan de los movimientos de las manos que la tocan, formando remolinos de luces que, cuando alcanzan un determinado tamaño, se convierten en meteoros.
Estas esferas de luces se transportan, entonces, de las pantallas a la fachada del edificio, como cometas en el cielo. Según el productor del proyecto, Jorge Contreras, estas alegorías nos remontan al fenómeno que moldeó la geografía yucateca y marcó una nueva era, dejando una inmensa cicatriz en Chicxulub.
Con la luz de sus celulares, nuevas extensiones de los cuerpos, los asistentes pueden ir formando constelaciones en la fachada, escenario del videomapping de este espacio público. Cada persona que apunta se convierte en un punto, con un color característico, que puede ir tejiendo redes con los otros puntos que se proyecten. La sociedad como vecindario de estrellas, como la que se expande en el infinito del cosmos.
Otra de las interacciones que ofrece a los asistentes esta experiencia es la posibilidad de protagonizar el lienzo de la fachada con selfies, y compartir espacio así con otros rostros de yucatecas y yucatecos, protagonistas de la historia y la cultura del Estado.
Tanto en las pantallas táctiles como en diversos episodios del videomapping aparece un código QR, que al ser escaneado con los teléfonos celulares remite al sitio web de este parque inmersivo e interactivo. Ahí, además de información relacionada con este sitio único y el programa de actividades, ofrece la oportunidad de compartir una selfie para que esta sea proyectada al momento.
Con todas estas características, posibles gracias a la más moderna tecnología, la experiencia instalada en el espacio público de la ex peni y el Parque de la Paz no sólo es única en el estado, sino en toda América Latina. Como se ha señalado con anterioridad, la interactividad se conjuga con la inmersión y con juegos de luces láser y drones.