El INAH detalla que la edificación está adornada con escudos de guerra
La sección recién abierta al público conocida como Serie Inicial en la zona arqueológica de Chichén Itzá resguarda historia de los antiguos mayas que poco a poco se ha ido develando, como la función de la Casa de los Escudos, un recinto que funcionaba como resguardo de la guardia del Palacio de los Falos, la principal edificación del área.
En Chichén Viejo, como también se conoce a esta zona que abrió sus puertas a los visitantes en septiembre del año pasado, trabajan arqueólogos del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), quienes tras realizar restauración de las bardas determinaron que la edificación está adornada con 12 escudos de guerra, que en su época estaban pintados con colores rojo, ocre y negro, verde y azul
Para Max Edwin Ayala y José Arturo Cortés, arqueólogos encargados de estudiar la Casa de los Escudos, estas figuras grabadas en relieve en las piedras de los muros que forman el cuarto que se adhiere a las principales edificaciones de Chichén Viejo hablan de un discurso militar.
“Este hallazgo resalta la importancia de la estructura como un recinto para los asuntos de guerra de la guardia principal, revelando un discurso militar en el grupo Serie Inicial. La presencia de los relieves de escudos en la ornamentación refuerza la idea de que al interior se trataban asuntos de seguridad y conquista”, comparte José Arturo Cortés en un comunicado del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La superficie analizada mide 14 metros de ancho, por 19 metros de largo y se considera que fue la última edificación agregada al complejo conocido como Palacio de los Falos, donde también fue agregada la Casa de los Caracoles.
“En un momento se pensó que, al igual que la Casa de la Luna, era un patio-galería. No obstante, pudimos comprender mejor su composición arquitectónica gracias a una exploración minuciosa, que permitió reconocer muros aún en pie, desplantes de bóveda, cimentaciones y columnas”, señala Cortés.
Los escudos recuperados son circulares, se observa que debajo de ellos cuelgan plumas largas y aparecen atravesados por tres flechas: de un lado están las puntas y, del otro, los dardos.
Además, también es posible ver el lanzadardos y una especie de garrote, así como la bolsa transportadora de puntas de flecha o artículos similares.
Lo más destacable es un elemento globular que surge de la parte superior, y del que se desprenden volutas dobles en los costados y la parte inferior que se ubica justo en el centro del escudo.
De acuerdo con el INAH, el epigrafista Santiago Sobrino Fernández propone, a partir de la comparación con vocablos mayas, como el difrasismo K’ak-‘ol -que hace referencia al calor anímico, aquel que posee una persona iracunda- y con representaciones semejantes en otros espacios de Chichén Itzá, como la Plataforma de las Águilas y el Templo de los Guerreros, cuyo emblema alude a un corazón palpitante.
“El escudo está hablando de las personas que van a la guerra. Mientras el discurso de la Casa de los Caracoles hace alusión a la montaña florida, el mundo de los dioses y la legitimación de las gobernantes; el de la Casa de los Escudos es de índole militar por la panoplia que muestra, pero también porque el emblema sugiere las cualidades del combatiente: ser valiente, colérico y determinado”, sostiene Sobrino Fernández.