Este lugar organiza noches para que el público lleve sus vinilos y pueda mezclar.
En el barrio de Chembech, en el centro de Mérida, existe un lugar donde puedes llevar tus vinilos y compartir tu selección musical: el Chembech Listening Club, ubicado en la calle 57 con 44 y 42. Actualmente, realiza los Open decks, que consisten en que el público en general puede llevar sus discos y ellos mismos poner la música.
Los listening clubs, también conocidos como listening bars o jazz kissa, son cafés o bares que tienen como objetivo generar experiencias en conjunto para escuchar música en alta calidad.
Nacen en Japón, en la década de los veintes. Partieron en su momento de la necesidad de los melómanos nipones de escuchar jazz, a pesar de las nulas cadenas de distribución de esta música estadunidense y de lo caro que resultaba tener buenos equipos de sonido en casa.
“La banda de los kissas es aficionada del audio, no solamente de la música sino de todo el rollo de los componentes. Al principio utilizaban muchos equipos de salas de cine, que quizá cerraban o cambiaban dependiendo del tipo de audio. Usaban específicamente esta marca que es Altec, que hacían estos componentes antiguos que son literalmente cornetas, entonces, esta banda va siempre cambiando los componentes, a lo mejor utilizan la misma corneta, pero quizá tienen otro driver u otra bocina. Es gente que dedica toda su vida a la búsqueda no del audio perfecto, sino a lo que les gusta en ese momento”, comentó en entrevista con La Jornada Maya, Óscar Carrillo, dueño de Chembech Listening Club.
Los Open decks pretenden ser puntos de reunión para gente interesada en la música, los equipos de sonido, y los componentes de audio. Para registrarse en este evento, es preciso llegar a las 7 de la noche. Esto con la intención de familiarizarse con el equipo y organizar el orden de quienes quieran mezclar. A los participantes se les pide que lleven sus discos, o una memoria con la música que quieran mezclar en forma digital, así como también sus audífonos. Los bloques comienzan a las 8 de la noche.
“Cada primer miércoles de mes hacemos un Open decks, o tornas libres. Normalmente se arman seis bloques de media hora que son en total tres horas. Los Open decks que se hacen en el Chembech llevan por nombre Radio Binario, los organiza Víctor Moguel, que tiene el nombre artístico de CEROUNOCEROCERO, y también tiene un proyecto que se llama Diario Binario, en donde sube playlist de 15 minutos todos los días. Entonces, este es un ejercicio similar para que otra gente se acerque a tocar, para escuchar música nueva, y desmitificar aquello de que tocar en discos es inalcanzable. Es difícil conseguir el equipo y echarlo a andar, entonces, para la banda que no lo tiene tan a la mano, pues le pueden caer, dar una vuelta y perderle ese miedo al equipo”.
En los listenings bars, los espacios son adaptados dependiendo del tipo de música que se vaya a reproducir. El orden de los muebles y la orientación de las bocinas es importante. En el caso del Chembech, algunas de sus paredes cuentan con paneles de insonorización para evitar el eco y el rebote, sin que esto le reste a la música sus propios efectos. Los espacios donde está cada panel, y las frecuencias que se quieran atacar, influencian en la materia de la que están rellenos. Algunos contienen lana mineral de alta densidad y otros, colchones de aislamiento térmico y acústico que están hechos a base de fibra de vidrio.
“Aquí no insonorizamos tanto porque es un espacio musical y no tanto clínico y preciso, para trabajar. No quisimos hacerlo tan seco porque de alguna manera hay una interacción entre la música y el cuarto. Cada cuarto suena diferente, no buscamos la perfección, sino que decidimos tratar acústicamente el espacio para que la música se escuche lo mejor posible, y que eso nos ayude un poquito a disminuir el ruido que causa la plática con unas chelitas”.
Hablando de la música que suena en el Chembech, uno puede escuchar cosas como jazz, soul, neosoul o ritmos latinos. El área de discos de vinil que uno puede seleccionar es muy amplia: de Pink Floyd a Khruangbin, de Michael Jackson a Gorillaz o MF DOOM.
En el Chembech, el equipo de sonido es parte esencial para generar la experiencia de escucha, las tornamesas son Technics, de la marca Panasonic, la mixer es Rane, las bocinas son Funktion One, usadas en los festivales importantes de música de Europa como el Glastonbury. En estos espacios, el protagonista no es tanto el dj, sino el sistema de sonido y la música.
En la coordenada cultural de Japón, estos lugares suelen ser serios y hay ciertas reglas que deben respetarse, como el silencio. En un lugar como Mérida, en un contexto latino, el concepto de listening bar convoca a la convivencia y a la plática.
“Los fines de semana que la banda le cae de pre (precopeo), y pasan por aquí por una chela, como van de subida, ponemos música electrónica, house, jazz house. Tratamos de variarlo y no cerrarlo a un solo género. Tenemos muchísimos discos de música disco, setentera y ochentera, me gusta mucho el pop de esa era, que fue diseñado para este tipo de sonido”.
De comida hay como entrada el hummus, adaptado a ingredientes yucatecos, con pepita molida. También hay un aguachile con carne ahumada de Temozón, y opciones veganas. De beber hay vino, cervezas nacionales, café y coctelería, donde destaca un carajillo con cold brew llamado Apapacho, o una mezcalita de lima.
El Chembech Listening Club abre de martes a sábado, de 6 a 12 de la noche.
Fuente: La Jornada Maya