Hace historia al convertirse en la primera presidenta del país.
Sobria e impasible, Claudia Sheinbaum es una destacada científica de izquierda que se dedicó a la política y logró convertirse en la primera presidenta de un México azotado por la violencia criminal y de género.
Sheinbaum, exalcaldesa de Ciudad de México, de 61 años, se impuso con un resultado aplastante: unos 32 puntos porcentuales por encima de su principal rival, la senadora de centroderecha Xóchitl Gálvez, según el conteo rápido oficial.
“No les voy a fallar”, prometió exultante a sus seguidores, que la vitorearon en un hotel de la Ciudad de México.
Bien como militante estudiantil en los años 1980, como física o política, Sheinbaum siempre proyectó seriedad y enfoque. De rostro imperturbable, rara vez sonreía.
Había que revisar viejas imágenes familiares para verla divertida en sus juegos infantiles, o ya adolescente sonriendo coquetamente para la cámara.
Pero la campaña presidencial reveló a una mujer afectuosa y risueña que repartió besos y abrazos entre miles de simpatizantes, y defendió apasionadamente el proyecto del saliente mandatario Andrés Manuel López Obrador.
“No llego sola, llegamos todas”, afirmó Sheinbaum al dirigirse a las mujeres en su discurso de victoria, en el que prometió estar a la “altura de nuestra historia”.
Guillermo Robles, uno de sus compañeros de la maestría de ingeniería energética de la UNAM en 1987, la recuerda reservada. “Ni ella ni yo éramos de socializar con todo el mundo”.
Luego Sheinbaum cursó un doctorado en ingeniería ambiental, para el cual investigó cuatro años en Estados Unidos, y fue parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC) que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2007.
El magnetismo de esa joven de ascendencia judía radicaba en sus convicciones de izquierda que la hicieron militante del Consejo Estudiantil Universitario (CEU), opina Robles.
Aquel colectivo frenó una intentona de privatización de la universidad y fue cantera de personalidades del gobierno de López Obrador, su mentor.
Aunque Sheinbaum “no era de las principales” líderes, según Robles, su compromiso no melló ni estando embarazada de su hija Mariana, hoy de 36 años.
Esa convicción tiene vena familiar. Su madre, Annie Pardo, reputada bióloga, fue expulsada como profesora universitaria por denunciar la matanza de estudiantes de 1968 en la plaza Tlatelolco.
“Tomar decisiones”
Temple y discreción marcan la actuación de Sheinbaum, cuyos abuelos llegaron a México desde Bulgaria y Lituania huyendo de la Segunda Guerra Mundial.
Como alcaldesa de un distrito de Ciudad de México, afrontó el derrumbe de un colegio durante el terremoto de 2017 que mató a 26 personas, incluidos 19 niños. Metódicamente insistió en que las irregularidades en la construcción no eran imputables a la alcaldía.
También manejó con aplomo dos momentos muy delicados como alcaldesa: la pandemia y el desplome de una línea del metro que dejó 26 muertos.
El uso de métodos científicos y tecnología reflejó la impronta de Sheinbaum en la gestión del Covid-19 que, no obstante, dejó una elevada mortalidad.
“Tiene una capacidad de análisis impresionante, de leer datos y encontrar soluciones”, comenta Tatiana Clouthier, vocera de campaña y exministra de Economía de López Obrador.
Tras el colapso de la línea del metro en 2021, defendió a su equipo y optó por una polémica negociación con la constructora de la obra -del magnate Carlos Slim- para indemnizar víctimas y evitar juicios.
“Gobernar es tomar decisiones (…) y asumir las presiones que se pueden generar”, argumenta en un documental Sheinbaum.
Para combatir la violencia de género promete crear fiscalías especializadas y ofrecer asesoría gratuita en este país donde cada día se registran en promedio 10 asesinatos de mujeres, muchos tipificados como feminicidios.
“Dama de hielo”
Su carácter imperturbable puede jugarle en contra.
Nunca miró ni llamó por su nombre a Xóchitl Gálvez durante tres debates en los que fue atacada duramente.
“Sigues siendo fría, sin corazón, yo te llamaría la dama de hielo”, le espetó Gálvez, enrostrándole no tener el “carisma” de López Obrador.
En contraste, Sheinbaum se ha mostrado distendida en videos de TikTok.
También compartió en noviembre de 2023 la noticia de su casamiento en segundas nupcias con Jesús Tarriba, su amor de la universidad con quien se reencontró vía Facebook en 2016.
Atenta con sus colaboradoras, es partidaria de los liderazgos horizontales.
“A pesar de ser científica tiene una cuestión de luchadora social que hace una combinación de mente con corazón muy buena”, apunta Clouthier.
Robles, su colega investigador por más de una década, resalta que nunca “se le subieron los humos”.
“Sí tiene amor por México, no es ambición como muchos políticos. Claudia no es ni tantito parecida a los políticos tradicionales”, asegura.
Fuente: La Jornada Maya