Las mujeres tenemos ese don de transformar dos ingredientes en toda una comida: María, mayora
Desde hacer un huevo es cocinar, es dar amor, eso es lo importante, dice María, mayora de la cocina, mientras balancea sus pies sentada en un muro.
“Las mujeres tenemos ese don de transformar dos ingredientes en toda una comida, no sé cómo lo hacemos pero tenemos ese poder, de emplear con tan poquito, mucho”.
La confianza en los conocimientos culinarios es importante al momento de encender la leña o el fogón, María dice que primero te tiene que gustar a ti para que le guste a los demás.
“Aunque nos sintamos menos, somos demasiado. Para muchos podemos ser poca cosa, para personas que no conocen nuestros saberes o nuestros dones, pero para nosotras mismas tenemos que vernos maravillosas”.
A los 9 años, María Alondra cocinó su primer guiso, mak kuum de puerco. Lo recuerda perfectamente.
Don Melchor, su papá, la fue guiando para cocinar, “’ponle agua a la olla, cuartas partes’, me dijo, para nosotros nada más, mi papá compraba un kilo de puerco, éramos del buen comer”.
Después de disolver el recado, María Alondra se dio cuenta de que no quedó bien la comida. “El caldo quedó aguado, no sabía a nada”.
Su papá desde el inicio se dio cuenta que puso más agua de la necesaria, pero dejó que la niña vea el resultado para que aprenda la lección.
“Él me mostró cómo componer el guiso y las cantidades correctas. Y así nos empezó a enseñar a cocinar”.
De seis hermanos, tres se involucraron en la cocina para seguir el legado de don Melchor y de la abuela, que también era una experta en postres yucatecos.
Ahora María Alondra tiene 26 años, vive en Espita y es mayora de la cocina. Sus años le han enseñado a preparar infinidad de guisos yucatecos y varias lecciones de vida se resguardan tras sus ojos negros.
Ella es hermanita del chef Walter Tun Dzun, fundador de Embajadores Gourmet, que tiene como uno de sus objetivos el reconocimiento del valor de las mujeres cocineras dentro de la gastronomía.
Contó que se dieron cuenta de que cocinaban bien, “vamos a hacer negocio, vamos a cocinar”. La espiteña reconoce que el negocio de la cocina es competitivo”, aquí en Espita todos venden, pero no todos preparan bien la comida”.
Recalca que la diferencia es que nunca calientan comida del día anterior, venden comida del día.
Actualmente, suspendieron su trabajo en la cocina, debido a que dos palapas del restaurante Cocina de Humo herencia de Melchor se derrumbaron y están remodelando las instalaciones.
María Alondra formó parte del II Congreso Internacional de Embajadores Gourmet que se llevó a cabo del 31 de octubre al 2 noviembre, ella junto con otras mujeres cocineras compartieron conocimientos de la cocina yucateca con los chefs internacionales.
Cocinaron tamales, salpicón de chicharra, lomitos de Valladolid y más platillos que deleitaron a los invitados, pero también aprendieron a hacer arepas colombianas con la chef Juliana Romero.
“Nos sentimos muy honrados, contentos, felices de lo que han sucedido estos días, porque los invitados tuvieron que dejar su casa, su trabajo para venir y estar con nosotros, es un orgullo respetar a los espiteños”.
Ese mismo día, antes de recibir su reconocimiento como cocinera tradicional, Rosa Elena Cordero comparte que tiene una cocina económica en Espita, se levanta a las 3 de la mañana para comenzar a cocinar.
Con su trabajo diario, solventa los gastos de sus tres hijos que estudian diferentes grados escolares.
Comenzó poco a poco, y ahora ya tiene algunas mesas en el local para que los comensales puedan quedarse a comer.