Los monumentos fueron rescatados debajo de las piedras y del monte
Unos montículos de piedras y árboles que durante años han sido apreciados por los visitantes de la zona arqueológica de Chichén Itzá como insignificantes cerritos se erigen ahora como un imponente juego de pelota y un templo adoratorio de los antiguos mayas.
El trabajo del equipo del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), que se deriva de la construcción del Tren Maya, ha permitido recuperar un amplio porcentaje de monumentos que pertenecen al complejo de Casa Colorada, un espacio que funcionaba como un fraccionamiento privado para la élite.
Las labores de recuperación y rehabilitación son encabezadas por las y los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Elodia Acevedo, Marco Rivas, Darwing Velázquez, Lizbeth Mendicuti y Miguel Salazar, quienes lideran los equipos que encontraron la cabeza de guerrero tallada en piedra y el disco marcador de juego de pelota.
Juego de pelota
Tras liberar los vestigios de los árboles y la tierra que los mantenía ocultos, trabajadores de Chichén Itzá recuperaron una estructura de seis columnas, que se encontraban completamente derribadas. Destaca que en este monumento hay una banqueta sin decoración, pero con restos de la presencia de pigmentos negros, amarillos, verdes y rojos.
El arqueólogo Marco Rivas encabeza los trabajos en esta área y detalla que se han encontrado frisos donde se ha podido identificar a cinco personajes llevando a cabo un acto de decapitación.
“No se encofffntraron escrituras jeroglíficas que nos ayuden a saber quiénes son los personajes, pero sí se alcanza a apreciar que están preparando un acto de decapitación, lo que confirma que se trata de un juego de pelota”, detalla.
Además, la estructura donde se realizaba este ritual está delimitada con piezas de serpientes entrelazadas, que ahora podrán ser apreciadas por las personas que visiten el sitio arqueológico.
Esta zona cívico-religiosa es uno de los tres juegos de pelota que se encuentran en Chichén Itzá.
Se trata de un templo adoratorio y un arco de acceso ubicados en un área privilegiada conectada con el Observatorio y el Osario donde, se estima, se practicaban ceremonias privadas.
“Esta parte es muy importante porque la serpiente avanza hacia arriba, vemos al pie de la escalinata el cascabel y se aprecia la figura ondulante, que nos dice que está avanzando hacia arriba y en el tope se encuentra la cabeza, que actualmente está siendo restaurada en otro sitio”, explica el arqueólogo Miguel Salazar.
Arriba, en el templo hay un pequeño cuarto que indica que no se trataba de un área habitacional o colectiva sino de un espacio privado donde probablemente se veneraba a alguna deidad. La gran cantidad de ofrendas e incensarios encontrados en el área refuerzan esta teoría.
La arqueóloga Elodia Acevedo realiza trabajos en la parte posterior de este templo, donde se encontró una cabeza de piedra tallada con la figura de un guerrero, mientras que Lizbeth Mendicuti trabaja en el arco, donde se recuperó el marcador de juego de pelota.
En la parte del arco, que ha sido recolocado casi en su totalidad, destaca el enlosado de piedras labradas que se enlaza con el Osario, uno de los principales monumentos de Chichén Itzá.
La arqueóloga Lizbeth explica que el arco es una clara indicación de que el complejo de Casa Colorada era como una especie de fraccionamiento privado que requería de un acceso controlado.
“Era la entrada al Templo 6 de Maudslay y al juego de pelota chico y nos indica que era un espacio de relevancia porque hay un camino que conecta directamente al Osario”, detalla.
Estas nuevas áreas restauradas podrán ser apreciadas por los visitantes de Chichén Itzá a partir de la primera inauguración del Tren Maya, en el tramo que va de Cancún a Campeche, programada para el próximo 15 de diciembre.
Todos las labores de limpieza, rehabilitación, restauración y de investigación son una realidad gracias a que el equipo de arqueología avanza de la mano de trabajadores originarios de la zona, quienes conocen ampliamente la historia de Chichén Itzá y han dedicado gran parte de su vida a desempeñarse en este tipo de actividades.