Aunque en todo el mundo se diagnostican 370,000 casos nuevos al año de demencia de inicio temprano, no se ha estudiado bien.
Ahora, un amplio trabajo realizado por científicos del Reino Unido y Países Bajos sugiere que centrarse en los factores de salud y estilo de vida puede ayudar a disminuir el riesgo.
Los investigadores siguieron a 350,000 personas menores de 65 años que participaron en el estudio del Biobanco del Reino Unido. Encontraron que los que tenían menos educación, una condición económica más baja, trastorno por consumo de alcohol y aislamiento social, y problemas de salud como deficiencia de vitamina D, depresión, accidente cerebrovascular, deterioro de la audición y mal cardíaco tenían probabilidades significativamente más altas de diagnóstico de demencia.
Si bien las variantes genéticas particulares jugaron un papel, los hallazgos desafían la idea de que la genética es la única culpable. “Éste es el estudio más grande y robusto de su tipo jamás realizado”, subraya el coautor David Llewellyn, director de investigación e impacto de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter.
Tomar el control
“De manera emocionante, por primera vez revela que podríamos tomar medidas para reducir el riesgo de esta afección debilitante, al enfocarnos en una variedad de factores diferentes”.
La demencia de inicio temprano cobra un alto precio, según el coautor Stevie Hendriks, investigador de la Universidad de Maastricht, en los Países Bajos. “Por lo general, las personas afectadas siguen teniendo un trabajo, hijos y una vida ocupada”.
“A menudo se asume que la causa es genética, pero para muchas personas en realidad no sabemos cuál es la causa. Es por eso que también quisimos investigar otros factores de riesgo”.
Su colega de Maastricht y coautor Sebastian Köhler señala que la investigación en pacientes mayores con demencia ya había hallado algunos factores de riesgo. “Además de los factores físicos, la salud mental también juega un papel importante, como evitar el estrés crónico, la soledad y la depresión”, afirma Köhler, profesor asociado de psiquiatría y neuropsicología.
“El hecho de que esto también sea evidente en la demencia de inicio temprano fue una sorpresa para mí, y también podría ofrecer oportunidades para reducir el riesgo en este grupo”.
Los descubrimientos se publicaron en la revista “JAMA Neurology”. El financiamiento estuvo en parte a cargo de la asociación Alzheimer’s Research UK.
Leah Mursaleen, jefa de investigación clínica de la organización, dice que los hallazgos arrojan una luz muy necesaria sobre los factores que pueden influir en el riesgo de demencia de inicio temprano. “En los últimos años ha habido un consenso creciente de que la demencia se vincula con 12 factores de riesgo específicos modificables, como el tabaquismo, la presión arterial y la pérdida de audición”, apunta.
“Ahora se acepta que hasta cuatro de cada 10 casos de demencia en todo el mundo están relacionados con estos factores”, manifiesta.
Mursaleen indica que ahora se necesitan estudios más amplios para aprovechar estos hallazgos.