Jennifer Hincapie Sánchez, directora del Programa Universitario de Bioética (PUB) de la UNAM, aclara que la clonación exitosa de un mono rhesus no representa el siguiente paso para que un ser humano sea clonado, debido a que en 1997, las Naciones Unidas estableció su prohibición, a través de la Declaración Universal sobre el genoma humano y los derechos humanos.
La noticia de que Re-Tro, un mono rhesus, fue clonado exitosamente, superando el promedio de vida que otros monos rhesus habían resistido antes, ha significado un logro sin precedentes para la comunidad científica, pero ambientalistas y defensores del derecho animal reprueban categóricamente que siga experimentándose con especies, sometidas a largos y dolorosos estudios, que tiene como objetivo favorecer únicamente a las personas.
Mientras la ciencia y la ética se enfrentan, la sociedad civil se pregunta si el hecho de que un mono haya sobrevivido a una clonación significa que un humano podría llegar a ser clonado también, pues cabe destacar que los investigadores chinos se interesaron específicamente en experimentar con un mono rhesus, debido a que es uno de los primates que cuenta con una de las fisiología más parecidas a las de las personas.
“La particularidad que tienen los primates clonados es que fisiológicamente tienen muchas similitudes con la fisiología del ser humano, pero el hecho de que sean similares no quiere decir que sean idénticos y entonces el proceso de investigación biomédica que se está llevando a cabo, no necesariamente tiene que transitar hacia la experimentación con seres humanos”, precisó.
Sin embargo, la doctora Hincapie Sánchez descarta esta posibilidad y aclara que el interés que los expertos tienen con los monos rhesus radica en que serían de ayuda para estudiar algunas enfermedades humanas, como la depresión y la ansiedad. Del mismo modo que su clonación funcionaría para probar medicamentos, creados para atender dolencias crónicas o incurables.
Los beneficios que la experta de la UNAM expuso contrastan con la visión de científicos internacionales, que han evidenciado la contribución segmentada que podría propiciar la experimentación con animales clonados.
Como ocurre con el doctor británico Robin Lovell-Badge, del instituto Francis Crick, que a pesar de ser uno de los defensores de la experimentación en animales, expuso hace unos días que, en el caso específico de Re-Tro, son pocas las contribuciones que su clonación podría producir, debido a que responde a las reacciones fisiológicas de un mismo ejemplar animal, por lo que, al experimentar con él reaccionará de la misma manera que el mono del que se sustrajeron células para lograr su clonación.
«Tener animales con la misma composición genética reducirá una fuente de variación en los experimentos, hay que preguntarse si realmente vale la pena», expresó el descubridor del gen Sry para «BBC».
Aunque no hay que perder de vista que para la doctora Jennifer también es importante que se haga un reajuste en la declaración de las Naciones Unidas, pues si bien en esta se expone que la clonación de personas queda cancelada, ética y legalmente, no existe una clausula que proteja o salvaguarde la seguridad de las especies animales: «Sólo se piensa en la gente y se dejan desprotegidas otras especies».
Desde la clonación de Re-Tro, nombrado así por el método a través del que fue creado (Reemplazo de Trofoblasto), ha sobrevivido a lo largo de más de dos años y, antes de él, lo más que un mono clonado llegaba a sobrevivir eran 18 horas.
En ese momento, los líderes de la investigación; Zhen Liu y Qiang Sun, generaron 113 embriones, de los cuales 11 fueron transferidos a madres sustitutas, de ellas, sólo dos lograron embarazarse y sólo uno de los monos rhesus (Re-Tro) pudo nacer.
Para lograr su clonación, los investigadores chinos llevaron a cabo una metodología basada en la técnica que logró clonar a Dolly, la oveja, sólo que en el caso de Re-Tro, recurrieron a la reprogramación de una célula adulta, convirtiéndola en uns célula embrionaria, precursoras de la placenta.