El café y centro cultural genera lazos comunitarios en el barrio de Santiago
Con motivo de rescatar los sabores de Yucatán y de tejer redes comunitarias al interior de la ciudad, el espacio Lignum, en el barrio de Santiago, es una cafetería, biblioteca, foro y centro cultural donde no sólo se pueden tomar bebidas refrescantes de frutas de temporada, sino que está abierto al diálogo y a proyectos que visibilicen la importancia del territorio y lo que en él se produce.
El menú del lugar ofrece frappés, café y alimentos de temporada, como los jueves de potaje, donde se hace el acostumbrado platillo regional con verduras como las leguminosas de milpa como el espelón blanco. El sitio también busca el rescate de frutos como el kanisté, el tahuch y el nance. Este espacio se encuentra entre la calle 59 A, esquina con 84, y tiene un horario de 9 de la mañana a 8 de la noche.
“Nos interesa la conexión con el territorio desde el lado sensible, pero también desde el lado científico, como conocer las variedades de maíz en la Península, reconocer las plantas nativas, los animales”, expresó en entrevista con La Jornada Maya, Cynthia López, una de las creadoras del proyecto, junto con el biólogo Isaí Miranda.
Lignum significa Laboratorio de Ignición No Humana y apela a despertar la idea de que los materiales por sí mismos tienen una historia que contar, por lo que este espacio funciona como un laboratorio para entender las narrativas detrás de lo que consumimos.
Actualmente, Lignum cuenta con talleres de escritura creativa y dibujo para las infancias. Colaboran con proyectos como Taller Nepantla y La Jadeita. Por otra parte, también está la relación con los grupos de producción agroecológica del interior del estado, por lo que cuentan con productos como miel o semillas de la región.
En la propuesta de este espacio también está la recuperación de saberes y conocimientos regionales, por lo que el vínculo con centros de producción agroecología es esencial para Lignum, ya que todos sus productos llegan de esfuerzos alternativos en el cultivo de alimentos, así como también de donaciones de vecinos, los cuales han sido grandes aliados.
“En el espacio desde un inicio teníamos claro que se fuera tejiendo con lo que es relevante para las personas que están por acá desde hace más tiempo. Nos toca estar rodeados de vecinos que llevan aquí desde una generación atrás”, señaló.
“No queremos que sólo nos vean como una cafetería. Los frappés fueron una manera de hacer eso. Comenzamos en el calor de abril y llegó un vecino y nos regaló ciruelas y en frente de nosotros teníamos un mango. De ahí empezamos a invitar a las donaciones de frutas y se abrió un mundo de posibilidades”.
Entre estas posibilidades está la cuestión con los precios, que funcionan por cooperación voluntaria en cuotas sugeridas. Por otra parte, Lignum está abierto a donaciones de materiales que puedan tener una segunda vida, como botellas de vidrio que se convierten en vasos.
“No creemos que el término de basura debería existir como lo conocemos ahora. Por lo que nos interesan los procesos de cómo aprendemos reciclar, a compostar”.
En esta interacción de los aportes vecinales, el espacio también busca defender los árboles de la zona, los cuales con frecuencia son talados debido a los nuevas remodelaciones de las casas del centro.
“No estamos peleados con lo que las fraperías ofrecen normalmente, sabemos que es la cultura de ahora. Pero la idea es que si llegas aquí puedas conocer el territorio a partir de las cosas que en él se generan”.
El 19 de noviembre Lignum tendrá una primicia, que consiste en una ceremonia de agradecimiento por la primera cosecha, que en este caso es de maíz. A esta primicia se le suma la celebración de cumplir seis meses desde que el proyecto empezó.